Dar testimonio
"El impulso del turismo marítimo en esta zona debe venir respaldado por normas más flexibles y acordes a la actual tendencia globalizadora de los grandes atractivos del mundo"
"Todos los bautizados estamos llamados a seguir a Jesús, testigo fiel y veraz..."
Los testigos son muy importantes no sólo en el mundo judicial, sino en la vida diaria, de un modo especial en momentos significativos como es la celebración del matrimonio. Más aún, la fe se transmite a través de testigos, es decir, personas, que con su vida y palabra, nos hacen "visible" al Dios invisible. Esos testigos son muchas veces los abuelos, o los padres, a veces, tíos, y, con frecuencia, catequistas, sacerdotes o religiosas. Todos ellos con su modo de ser, sus actitudes y sus palabras nos han hecho ver no sólo que Dios existe, sino que nos acompaña en todo momento, especialmente en las pruebas de la vida. En definitiva, han sido testigos creíbles de que Dios es Amor.
Entre la nube grande de testigos está el que preparó los caminos del Señor, San Juan Bautista, del que nos habla el evangelio de hoy (Jn 1, 29-34). El Bautista presenta ante el pueblo a Jesús como "el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo", es decir, aquél que con su sacrificio redime al mundo del mal. La imagen del cordero nos remite a la celebración de la pascua judía, en que se sacrificaba un cordero y se lo comía, en familia, en recuerdo de la liberación experimentada por el pueblo de Israel, esclavizado en Egipto. En ese rito se recordaba cómo la sangre del cordero pascual, señalando las casas de los israelitas en Egipto, los libró del exterminio que se abatió sobre los opresores. También la imagen del cordero hacía referencia a la figura misteriosa del Servidor sufriente del profeta Isaías, que como cordero llevado al matadero entregó su vida en expiación de los pecados del pueblo, convirtiéndose en "luz de las naciones".
Además de presentarlo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, Juan Bautista da testimonio de la divinidad de Jesús. En su bautismo, bajó el Espíritu Santo como una paloma sobre El, indicando que El es el que bautiza con Espíritu Santo, es decir, nos lava de nuestros pecados y nos da vida nueva: nos sumerge en el Amor mismo de Dios para seamos testigos de ese Amor. Por eso, culmina Juan su testimonio diciendo: "Yo lo he visto y doy testimonio de que El es el Hijo De Dios".
En este tiempo en que cunde la desconfianza en los demás, y se enjuicia a todos, casi lo único creíble es el testimonio coherente de vida. Todos los bautizados estamos llamados a seguir a Jesús, testigo fiel y veraz, siendo luz del mundo y sal de la tierra: "Por sus frutos los conoceréis", dijo Jesús.
Cristián Caro Cordero. Arzobispo de Puerto Montt.