Cartas al Director
Soy donante
No es por el hecho de estar en el ocaso de mi vida, que haya tomado la decisión de ser donante. Lo soy desde el 12-12-02, por el siguiente hecho o experiencia, que señalo: Tenían 18 años, por imperiosa necesidad económica familiar, tuve que entrar a trabajar como auxiliar en la Escuela de Medicina de Santiago, ubicada en Avda. Independencia. Al inicio de mi labor de aseador y mensajero, un día un médico jefe me llamó para decirme: Héctor, necesito pedirle su colaboración. Le respondí: a sus órdenes. Dijo: Quiero que haga un reemplazo por unos días al auxiliar del funcionario a cargo de la morgue, a quien no conocía , sólo de nombre y le contesté a mi jefe: Tendré que aceptarlo porque me la pide como señalado favor y como usted es una gran persona, acepto. Me dio una orden, me fui a presentar y me encontré con una persona fría como los cadáveres y me dijo: Estoy cansado, cabreado, hace días que estoy solo y le dije poder colaborarle con agrado. Me miró fríamente y me dijo: Póngase estos suecos (zapatos con suela de madera), póngase este delantal y venga a ayudarme.
Entré a una sala fría como los muertos, encontré a un cuerpo colgando de los pies en una barra metálica. Tomó un serrucho carnicero y me dijo: Siga cortando. Para ello, me pasó un paño ensangrentado, porque el mango está resbaloso y el cuerpo muy frío, porque estaba casi escarchado. Frente a ello, cerré los ojos y dije: Dios mío, seré capaz de hacer esto y pensé en lo que me instruyó mi padre ("No tenga miedo a nada en la vida") y me di valor. Empecé a ejecutar el aserruchamiento; me compenetré en que era un cordero y seguí tratando de terminar de inmediato. No sé cuánto me demoré, pero pareció que había sido de horas.
Una vez que terminé, me dijo: Vamos a dejar esta pierna y un brazo a la sala de los estudiantes. Como la escuela tenía un gran patio, caminamos unos 150 metros. Cuando llegamos a dicha sala, una persona estaba partiendo una cabeza ante la presencia de varios jóvenes, de los cuales algunos estaban pálidos, otros tiritando y más de alguno con vómitos. Estuve como un mes en esta sección. Tiempo que me sirvió para meditar y valorizar la vida hasta el día de hoy.
Por haber tenido esa experiencia de que el cuerpo es materia, después de la muerte de cada persona. No es nada, es materia descompuesta, comida para los gusanos; los primeros grandes y después los chicos se comen a los grandes. Después es tierra. En razón a ésto, es que determiné que mi cuerpo es necesario para los estudiantes de Medicina y pensando en la alegría que tuve cuando supe que se había creado una Escuela de Medicina en nuestro querido puerto.
Para ello, conversé con monseñor Cristian Caro para consultarle qué dice la Iglesia sobre donación de órganos humanos, para salvar vida a gente que necesita mejorarse y seguir viviendo y ser útiles a sus familiares. Me dijo: Nadie me había hecho esta consulta, pero lo averiguaré con el médico legista. Días después, me señaló que estaba muy bien, pero que debía tener la autorización de la esposa y la mayoría de los hijos.
Mi esposa no quiere que pensemos en eso, algunos de mis 5 hijos aprueban. Y espero convencer a mi esposa, para que esperar la muerte sea con total tranquilidad y tendría que ser con el compromiso de la Escuela de Medicina, que obtenido el uso de mis órganos y todo lo carnoso y cuero, armen mi esqueleto y lo exhiban en una vitrina visible en los pasillos de la Escuela de Medicina, para que alguno de mis descendientes diga: Ahí está mi abuelito.
HÉCTOR DUHART LAGOS.
Sobre bullying
Para comer pescado hay que tener mucho cuidado. Hace unas semanas leímos en El Llanquihue denuncias de vecinas habitantes del sector Chayahué, Calbuco, denunciando la muerte de campesinos por riñas, sus maridos o hijos, gracias a la excesiva venta de alcohol en los sectores rurales; lo que no es nuevo. Tampoco es nuevo que los políticos desde sus tronos han perdido toda credibilidad, llegando a alcanzar rangos de 90% en su desprestigio y rechazo.
¿Y que hay del bullying político que es masivo a la población del país? Por favor, un mínimo de coherencia. Hace veinte años que el municipio de Calbuco viene otorgando permisos de venta de alcohol en los sectores rurales con el único propósito de ganar votos, llegando en una temporada a entregar sobre 150 de ellos, en consecuencia que lo legal no supera los 10 al año.
Eso es un atropello, es poner el pie encima a las mujeres, es bullying a toda una población que ve y sufre por las incoherencias deliberadas de su autoridad.. .
Y hay mucho más... Los niños y la comunidad por lo general siguen los ejemplos de sus autoridades y estas harían bien que alguna vez terminen con sus abusos para réditos personales y se vaya permitiendo que se restaure la ética y la moral en nuestras distintas comunas.
FRANCISCO COFRÉ SILVA.